Como piratas valientes e imprudentes que sois, decidís entrar en el túnel de la muerte. ¡Seguro que el cartel es una burda mentira, un método disuasorio para asustar a los cobardes y apartarlos de los tesoros y la gloria que aguardan al final de…! Vale, eso del suelo es un cadáver, sepultado por una roca. 

Quizás sería el momento de volver al camino principal…

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Ignorando el peligro evidente, os adentráis en el oscuro túnel de la muerte. El sonido de cada paso resuena con un lejano eco, absolutamente desolador. Pero no os sentís solos. Decenas de esqueletos os acompañan. Parece que todos, de una forma u otra, murieron aquí…

 

¿Realmente no os atrae más la idea seguir por el camino iluminado? 

 

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Las señales de muerte evidentes no os asustan. Y trepar nunca os ha molestado. Aunque os incomoda un poco cuando lo que hay que trepar es una montaña de cuerpos, algo más frescos que los últimos. 

 

¡Puaj! ¡Le habéis metido el dedo en el ojo a un muerto! ¡Ahora estáis llenos de pus y una sustancia verdosa y extraña! Yo que vosotros volvería atrás…

 

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Ignorando incluso el consejo del narrador, vuestra tripulación pirata se adentra en las profundidades del -evidentemente bien nombrado- túnel de la muerte. Porque ¿qué sabrían los otros muertos? ¡Vosotros sois jugadores! ¡Protagonistas! ¡Sois más listos que nadie! ¡Más listos que el juego! ¡Más listos que el narrador! ¡Más incluso que esa otra tripulación muerta que tenéis delante! ¡Oh! ¡Parece que era el último grupo de jugadores que entró a jugar la Escape Room! ¡Y llevaban mejor tiempo que vosotros! ¡Habían acertado todos los puzles a la primera, e incluso, de alguna manera, habían ganado a los franceses a las cartas! ¡Menudo grupo de jugadores! ¡Y ahora están muertos, porque no quisieron rendirse a tiempo! Al menos su muerte merecerá la pena, porque sus cuerpos servirán como mensaje para los siguientes jugadores, tan temerarios como ellos. 

 

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¡Al carajo todo! El grupo, incapaz de rendirse, se lanza de cabeza a una muerte segura. El sonido de unas sierras, de rocas rodantes y de flechas se escucha desde vuestra posición. Y ¿eso que se oye es un chorro a presión de cerveza de jengibre? ¿Para qué demonios la usaran? Vuestra imaginación comienza a volar hasta los usos más malignos y perturbados posibles. Y entonces…

 

-¡Mon Dieu! ¡Deteneos! -un grupo de franceses os frenan en seco- ¡Menuda locuga quegíais cometeg! ¡Sois los pigatas más temegagios que he visto! ¡Megeseis seg los dueños de esto!

 

 

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Los franceses os escoltan hasta la salida del túnel, por donde habéis entrado, vigilando que no os de por empalaros con una estalagmita por diversión.